Por Javier Vilchis
Comenzaré la conferencia leyendo un párrafo que J. Kerouac, escribió en su novela En el camino subrayando su analogía con el pensamiento de Kierkegaard; dice así:
Me desperté cuando el sol se ponía rojo y fue aquel un momento inequívoco de mi vida, el más extraño momento de todos, en el que no sabía ni quién era yo mismo: estaba lejos de casa, obsesionado, cansado por el viaje, en la habitación de un hotel barato que nunca había visto antes (…) No estaba asustado, simplemente era otra persona, un extraño, y mi vida entera era una vida fantasmal. Estaba a medio camino atravesando América, en la línea divisoria entre el Este de mi juventud y el Oeste de mi futuro, y quizá por eso sucedía aquello allí y entonces, aquel extraño atardecer rojo. (Kerouac, J. 1998 :27).
Si el principal síntoma de la alienación es la perdida de la identidad, en estas frases podemos apreciar el interés de Kerouac de transmitirnos su vivencia al comunicarnos su “extrañamiento” de descubrir el olvido de sí mismo: “mi vida entera era una vida fantasmal”. El descubrimiento de la existencia como subjetividad lo describió 120 años antes Kierkegaard, cuando tenia 23 años anotó en su diario: “Se trata de comprender mi destino, de descubrir aquello que en el fondo Dios reclama de mí, de hallar una verdad que sea tal para mí, de encontrar la idea por la cual deseo vivir y morir” (Kierkegaard;1993:17). Estas palabras de Kierkegaard podrían ser interpretadas como el inicio del movimiento de la contracultura de los años de la posguerra en los Estados Unidos. En efecto, el desarrollo de la poesía Beatnik y su expresión en la música de rock y el blues representará precisamente esa conciencia infeliz, que desde la época del romanticismo ha intentado a través de la expresión artística libre y antagónica de la burguesía, rescatar ese anhelo de comunidad, trascendencia y plenitud personal que el proyecto de la modernidad no realizó.
En la América de principios de la segunda mitad del siglo XX, el triunfo de la guerra y el desarrollo de la tecnología habían logrado niveles de vida de una enorme abundancia y confort nunca antes soñados por la humanidad, y sin embargo a pesar de la opulencia aparece una nueva generación de jóvenes que tratan de ser distintos: les gusta el jazz, los viajes, no les satisface el american way of life se sienten espiritualmente vacíos y buscan algo que pueda llenar sus vidas, no creen que el estudiar y ganar dinero para vivir cómodamente sea el único sentido de la vida. Esta nueva búsqueda de sentido se inicia en una generación cuya experiencia histórica bélica inmediata les había develado la terrible violencia que podía generar la tecnología. Los poetas beats representan a la generación golpeada. Después de la terrible vivencia de dos conflictos bélicos, nace como consecuencia una generación extremadamente sensible a la violencia e intensamente solidarias con el dolor ajeno. Kierkegaard dice en su diario:
Las naturalezas excepcionales tienen naturalmente una infancia y una juventud muy desdichadas, pues el hecho de que sean esencialmente reflexivas en aquella edad nace de la mas profunda de las melancolías. Pero se verán recompensadas, pues la mayoría de los hombres no llegan a ser espíritus (Kierkegaard;1993: 207).
Esta inquietud poética nace de una necesidad subjetiva de querer expresarse para aliviar el dolor, Jack Kerouac por ejemplo que comenzó a escribir desde los ocho años, había vivido la muerte de su hermano cuando apenas tenia cuatro años
(Antología;2003:89). Otro representante:
Gregory Corso hijo de inmigrantes italianos es abandonado en el orfelinato después del divorcio de sus padres, a los doce años es condenado a encierro por robar un radio. Más tarde vive con su padre que había vuelto a contraer matrimonio, pero dos años después escapa de su casa, es capturado y vuelve a escapar, hasta que lo condenan en prisión por tres años acusado de robo. En la cárcel comienza a estudiar y escribir, impulsado por un deseo latente en él desde hacia tiempo (Antología;2003:19).
Pero todos ellos, tenían; además : el escenario de la Segunda Guerra Mundial, con todas sus atrocidades, la terrible experiencia de una guerra moderna fundamentada más en los resultados de una “razón instrumental” que en la valentía de sus soldados. La amenaza de la destrucción masiva durante la guerra fría, fue el inicio de su inspiración poética: “Quien haya sobrevivido a una guerra, cualquier tipo de guerra, sabe que ser beat no significa tanto estar muerto de cansancio cuanto tener los nervios a flor de piel; no tanto estar llenos hasta, sino más bien sentirse vacíos” (Marroquín, 1975:19). Esta inspiración se da en el rechazo a una cultura fundamentada en la ciencia y a la tecnología a la que se refiere Ginsberg en su desgarrador poema Aullido con el nombre Moloch, “Moloch cuya sangre es el dinero que corre, Moloch cuyos dedos son diez ejércitos ¡Moloch cuyo seno es un dínamo caníbal!” (Antología; 2003:55) Ginsberg rechaza una sociedad fundamentada en el poder de la tecnología y el olvido del subjetividad. Al igual que Anti–Climacus, sinónimo de Kierkegaard consideraba la superioridad de la ciencia y la tecnología como vanidad: una manera de escaparse de sí mismo y de ocultarnos nuestros verdaderos intereses; dice William Burrroughs: “Estoy definitivamente en contra la ciencia, porque constituye un complot para imponernos en vez del universo real, su universo el universo mismo de la ciencia. La máquina debe ser eliminada (Antología; 2003:14) para que pueda surgir la subjetividad. De hecho la actitud beat es enfrentarse a sí mismo sin buscar evadirse de la realidad. John Clelon Colmes considera que ser beat es como: "un estado mental en el que el ser humano se ha despojado de todo lo necesario, quedando receptivo ante la realidad circundante". Podríamos añadir, siguiendo a Kierkegaard, para vivirla como es, y no nada más para entenderla a través de sistemas lógicos, filosóficos o científicos en donde la verdad objetiva es lo importante, y en donde el individuo es diluido, como una abstracción númerica y sacrificado en función de los resultados. “Ser beat, dice Holmes, es estar en el fondo de la propia personalidad, mirando hacia arriba. Ser existencial más en el sentido de Kierkegaard que en el de Jean Paul Sarte”(Antología; 2003 :9).
El movimiento beat se distingue de la corriente existencialista atea y nihilista que estaba surgiendo en aquellos años en Paris, a través de la novelas y las obras de teatro de Albert Camus y Jean Paul Sartre cuya principal tesis era la angustia de la libertad y el absurdo de la existencia, en contraste, el movimiento beat es profundamente religioso, estamos buscando al Dios dice Keruac. Sin embargo, al igual que Kierkegaard fueron terriblemente incomprendidos porque rompen con toda la lógica de un Dios de los filósofos, no; no es un Dios de razón el que buscan, porque la razón limita y divide en sus diferentes concepciones: sólo un Dios que se identifica con el amor puede unir libremente las diferentes dogmas religiosos, solamente un Dios de amor puede unir aceptando y respetando las diferencias: solamente un Dios que se identifique con el amor puede ser garantía de una paz perpetua. La búsqueda de un Dios con estas características solamente puede darse a través de la poesía, porque si Dios no es amor entonces no nos interesa por su existencia.
Nos dice Luis Guerrero en su libro: La verdad subjetiva; que Kierkegaard se enfrentó valientemente a la Iglesia de su tiempo que había difundido un falso cristianismo superficial y poco exigente de una Iglesia triunfante, cómodamente instalada en la modernidad, que habiendo pactado con la burguesía había olvidado el autentico mensaje cristiano. Nos dice también que Kierkegaard fue victima de una crítica satírica por parte del periódico el Corsario, un periódico de su tiempo con orientación liberal (Guerrero; 2004: págs. 15 y siguientes).
También la poesía Beat fue criticada porque su mensaje poético nada tenia de académico, porque al igual que el auténtico mensaje cristiano, estaba más bien dirigido hacia los jóvenes expulsados de las universidades, presos en las cárceles, trastornados por la droga y la bebida, perseguidos por la ley y el orden. Por eso generaron escándalo y críticas hacia una poesía que era completamente nueva y distinta a lo que el público estaba acostumbrado. Esta poesía describía la realidad de los individuos marginados y generalmente se le identificaba con los vagabundos, drogadictos y mal vivientes.
Sin embargo, Jack Kerouac replicó con energía contra estas críticas:
Muy errados están los que piensan que la generación beat significa crimen, amoralidad, inmoralidad y delincuencia. Pobres los que nos atacan porque no comprenden la historia y las aspiraciones del alma. Pobres los que creen en la bomba atómica, y que es preciso odiar al padre y la madre, los que niegan el más importante de los diez mandamientos. Pobres los que no creen en la indecible ternura del amor entre un hombre y una mujer. Profetizo que la Generación Beat va a ser la generación de mayor sensibilidad de la historia de América, y por eso no podrá hacer más que el bien (Antología; 2003:13 y14).
La poesía inspirada en la vivencia de una juventud insatisfecha ante la carencia de ideales más allá del hedonismo egoísta burgués, generaron el prototipo de un adolescente cuya rebeldía representaba la negación de un mundo fundamentado en: el utilitarismo cientificista, los grandes negocios y el poder militar, ignorando por completo el destino juvenil.
Su estado de ánimo y sus irónicas valoraciones nos señalan que su principal problema esta en la raíz de un sistema social que ha olvidado su principal misión: crear las condiciones para que la persona encuentre un horizonte de realización personal más allá de valores hedonistas.
En efecto; si en la sociedad opulenta de mediados de los cincuenta había surgido el movimiento de contracultura, es porque sus valores son insuficientes para el reclamo de la voluntad humana. Kierkegaard nos explica el fenómeno subrayando que todo individuo que se instale únicamente en la inmediatez del placer de los sentidos está desesperado lo sepa o no. Sin embargo, sabía también que lo valioso de la juventud es que los jóvenes todavía tienen la suficiente receptividad para creer en los grandes ideales. Esta es la razón de la predilección de Sócrates por la juventud, pero dice Anti-Climacus: esta receptividad juvenil se pierde también con los años. No hay que olvidar que en los años sesenta se decía entre los jóvenes que no se puede confiar en una persona mayor de treinta años. Porque en efecto, el movimiento beat fue el antecedente de la contracultura de los años sesenta. Cuando aparece el rock y se convierte en poesía inspirada en la generación beat (no hay que olvidar que beat también significa el golpeteo de la batería de ahí el origen de la palabra Beatles) se produce entonces, con esta unión de rock y poesía, una formidable arma de comunicación “indirecta” para despertar la conciencia narcisista de una juventud cómodamente instalada en el confort de una sociedad burguesa. A través de la poesía transmitida a ritmo de rock, la fuerza de la palabra se transforma en interioridad subjetiva que hace surgir una pasión por la problemática existencial, una expansión de la conciencia juvenil por una falta de satisfacción y de sentido. En la música de Bob Dylan, Paul Simon, John Lennon, entre otros, se expresaron los grandes ideales que tenían como característica común el anhelo imaginario de una comunidad fraternal universal. Si la fe “es una pasión”, como dice Johannes de Silentio (Kierkegaard, 1996), sinónimo de Kierkegaard, entonces estos jóvenes realmente creían que podían cambiar el mundo. Por eso en 1968 escribieron en la Universidad de Paris: “No queremos vivir en un mundo cuya condición de no morir de hambre sea la de morir de aburrimiento, tampoco queremos vivir en un mundo en que la felicidad de los unos debe coexistir con el sufrimiento de los otros”. Es verdad que sus demandas eran imposibles, y que la realidad de un sistema económico mundial extremadamente complejo terminó pronto con el sueño, pero aún ahora a 37 años del 68 y a los 150 años de la muerte de Kierkegaard, si queremos seguir siendo jóvenes no hay que olvidar las palabras de Johannes de Silentio: “sólo el caballero de la fe triunfa sobre lo finito el caballero de la resignación es aquí un extraño un transeúnte” recordando estas palabras podemos entender ahora porqué los estudiantes del 68 escribieron también: “seamos realistas exijamos lo imposible”.
Notas:
* Conferencia impartida el 28 de abril de 2005 en el Tec de Monterrey Campus Estado de México, en el ciclo de conferencias: "La Pasión por la Existencia: 150 Aniversario de la Muerte de Sören Kierkegaard".
Referencias:
Barnatán M.R. 2003, Antología de la Generación Beat; Ed. Letras vivas, México.
Guerrero Luis, 2004, La verdad Subjetiva, Soren Kierkegaard como escritor, U.I.A.
Kerouac j. 1998, En el Camino, Anagrama, Barcelona.
Kierkegaard Soren, 1993, Diario Íntimo, Planeta.
_______________, 1996, Temor y Temblor, Ramón Llaca y Cia. México.
_______________, 1984, La enfermedad Mortal, Sarpe, Madrid.
Marroquín Enrique, 1975, La Contracultura como protesta, Joaquín Mortiz, México.
Dr. Javier Vilchis Peñalosa
Profesor-investigador del departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del ITESM Campus Estado de México, México
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